Han pasado ya 11 días, me estoy planteando seriamente salir del búnker, para poder ver con
mis propios ojos, las terribles consecuencias que ha provocado el fin del mundo.
El día 20 de Diciembre de 2012 a las 23:59, entre en el búnker para pasar el resto de mi vida
allí encerrado. Supuse que fuera lo que fuera que acabara con el mudo, dejaría este inhabitable
y con esa idea me enterré en vida, después de 3 meses reuniendo suficientes víveres para poder
subsistir el mayor tiempo posible. Intente sin éxito alguno, convencer a familiares y amigos para
que se unieran a mí, pero fue en vano, me trataron de loco y se rieron de mí, es de suponer que
ahora ya habrán dejado de hacerlo.
-Seria bueno echar un vistazo ¿no crees Tobi? -le dije a mi perro, que fue el único que se
decidió a entrar conmigo en el bunker-quizás si pudieras hablar, me dirías que no, que es
peligroso.
Tobi me miro y ladro dos veces, quién sabe cuál sería su opinión, recordé entonces a mí
madre horas antes de encerrarme, como intento disuadirme:
-Francisco, recapacita hijo, no hay ninguna prueba de que vaya a acabarse el mundo.
-Madre, no intentes hacerme cambiar de opinión y ven conmigo por favor.
-No hijo mío, si esa es tu decisión ve solo, pero, por favor, dime dónde está el búnker para que
pueda venir a buscarte-mi madre sufría mucho por mí, su cara y su tono de voz así lo reflejaban.
-Sabes que no puedo decírtelo, la gente que pueda quedar con vida, es de suponer que intentaran encontrar comida como sea, saqueando y matando a quien quiera impedírselo, sí saben de la existencia del búnker, intentaran entrar, por ese motivo no le he dicho a nadie el lugar donde se encuentra.
-¿Es que no confías en mí? -Me dijo en tono triste mi pobre madre.
Sin tan siquiera responderla, salí de su casa sin mirar atrás.
Ahora estaba arrepentido del trato que le diera a mi madre, pero ya era tarde, junto a mi perro,
me dirigí a la salida del búnker y me quede frente a ella mirándola fijamente.
-Quizás la radiación, si es que la hay, nos mate, sería preferible esperar un poco más-dije
dirigiéndome a Tobi.
No sabía qué hacer, antes de entrar lo tenía muy claro, pasaría el resto de mi vida allí dentro y
no saldría bajo ningún concepto, pero pasados 11 días, ya no lo veía así, casi estaba arrepentido
de no haberme quedado con mis familiares y amigos fuera de allí. Ser el único ser humano vivo
no era una idea muy alentadora para mí, de que me servía seguir vivo, si todos mis seres queridos habían muerto.
-Bueno Tobi creo que será mejor no pensarlo más, saldremos allí fuera, si la radiación no nos
mata al salir, moriremos de aburrimiento aquí dentro si no salimos-le dije con tono de humor.
Tobi pareció estar de acuerdo conmigo y emitió varios ladridos con gran fuerza, con paso
firme y seguro nos dirigimos a la puerta, que se abría introduciendo un código:”EL FIN”
después de introducirlo la puerta se abrió, la luz del sol me cegó, el canto de los pájaros me
alegró el corazón y el aire puro del bosque lleno mis pulmones.
-Venga Tobi, subamos por la escalera y salgamos de este agujero-.
Cuando asome la cabeza, nada hacía presagiar que algo malo hubiera pasado, quizás mis seres
queridos estuvieran en lo cierto, y el fin del mudo no hubiera llegado, era el primer día del
nuevo año y me sentía muy feliz, Tobi salió primero y comenzó a correr como un poseso, yo lo
miraba sonriendo, el también estaba feliz, pero pronto algo arruino ese sentimiento, el sonido de
un disparo resonó en el bosque, Tobi cayó al suelo herido de muerte, yo salí corriendo en su
búsqueda, pero no pude llegar hasta él, un disparo me alcanzo en la pierna y caí al suelo, mire a
mi alrededor y vi a dos personas armadas, que se dirigían hacia mí.
-Allí esta, ya te dije, que once días atrás, vi a un demonio y su perro esconderse bajo el
suelo, sabía que algún día saldrían.
-No debí dudar de tu palabra hijo mío, pero tranquilo, Nuestro Señor Jesucristo sabrá cómo
agradecerte la muerte del demonio, acaba con él.
Yo los escuchaba estupefactos, pero me quede paralizado y sin habla, de haber tenido fuerzas y
valor de hablar, les hubiera dicho, que mi extraño aspecto era causado por una malformación de
nacimiento, que me daba un aspecto terrorífico, que bien para un fanático religioso como
parecía ser el caso de esos dos tipos, podía ser causa de confusión, y creencia de estar en
presencia de un demonio.
Me quede mirando al más joven de los dos tipos, que era el que empuñaba el arma, estaba
atemorizado, tenía miedo de mí, aun así, no dudo en disparar, una bala atravesó mi frente, ahora
si había llegado el fin del mundo.