jueves, 3 de julio de 2014

EL RENCOR

Le odiaba, realmente le odiaba. Aun así, no podía hacerle nada, quien podría hacer algo, a su propio hijo.
Era malvado, muy malvado, no perdía ocasión para humillarme, a mí, su madre. Ese día no fue diferente, me insultó y hasta llegó a pegarme, entonces dije basta.
-Diego ya no puedo más, debes parar de una vez-le dije, gritándole.
-No lo haré madre, no mereces mejor trato-me respondió, mientras me escupía en la cara.
-¿Porque lo haces?, ¿Qué te he hecho yo?
 -Ya lo sabes mamá, ya lo sabes.
Sin decir nada más, abandona la habitación y se va de casa, dejándome como siempre, con rabia y rencor.
Me senté en el sofá e intenté tranquilizarme, pero no pude, le odiaba tanto, qué tenía ganas de matarlo, a mí propio hijo. El rencor se apodero de mí y, tomé una decisión, lo mataría cuándo regresará. Fui a la cocina, cogí un cuchillo y, esperé a  mí hijo, escondida, detrás de la puerta de  su habitación.
Pasa el tiempo y no llega, extrañada le llamo al móvil, no contesta, a los pocos minutos, alguien llama a la puerta. La abro, dos policías aparecen ante mis ojos y, me comunican la muerte de mi hijo, por accidente de tráfico, desconsolada, rompo a llorar, los policías intentan consolarme, pero no pueden.
Los agentes, ya se han ido y, vuelvo a sentir rencor, pero hacia mí, por no haber sabido entender a mi hijo y, deseado su muerte. Angustiada, decido quitarme la vida, con el cuchillo, que había reservado para él.
En la calle, los dos policías hablan con Diego.
- Tenías razón, a picado-dice, uno de los policías a Diego.
-Os lo dije, es tonta-les  dice Diego, mientras se ríe.



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