lunes, 21 de septiembre de 2015

UN GRAN HONOR

-Lo decidiremos a cara o cruz.
Toda la vida esperando que ese día llegara y debíamos decidirlo a cara o cruz.
La gran cena anual del gran líder supremo, el mayor honor para cualquier chico que cumpliera 18 años.
Para decidir quién era el elegido, se celebraba un sorteo entre todos los chicos de la nación que cumplían dicha edad .Había una sola norma que te excluía del sorteo, los gemelos no entraban en el, por este motivo, mis padres fingieron la muerte de uno de los dos al nacer.
Hemos estado estos 18 años fingiendo una gran mentira, nunca se nos ha visto juntos. En ocasiones salía yo, en otras mi hermano, nunca nadie sospecho nada, nunca fue un problema, hasta hoy. Javier, o sea yo, he salido elegido, pero hay que ser justos, José merece tanto como yo asistir a la cena.
-José, elige tu primero.
-Cara.
-Pues yo cruz, tira ya la moneda papa.
Nunca fui un chico con suerte y esta vez no fue una excepción, cara, salió cara, mi hermano tendría el gran honor de asistir a la cena, no sólo eso, un honor mucho más grande se le tenía reservado, sería el plato principal en dicha cena, el mayor honor que siempre soñé para mi, ser devorado por el gran líder supremo.


lunes, 14 de septiembre de 2015

NADA PERSONAL


-No es nada personal, es solo trabajo- le dije a la madre de la chica que mi cliente violó, mato y luego comió su corazón.
Mientras me duchaba recordaba las palabras de aquella pobre madre, como reaccionaria yo de haber estado en su situación, qué más daba, acababa de ganar una buena suma de dinero y un ascenso en mi bufete de abogados, que fuera culpable y que yo lo supiera no era importante.
Siempre había tenido muy claro, que si quería triunfar en mi profesión, si quería ser una buena abogada, debía dejar los sentimientos a un lado, si tenía que defender a un monstruo lo haría, no sólo eso, conseguiría su libertad.
Salí de la ducha, me seque con la toalla, desnuda y descalza me dirigí a mi habitación, abrí la puerta, fui hacia mi cama y me estire en ella.
Vivía sola, en un lujoso apartamento, en la mejor zona de la ciudad. Me iba muy bien en la vida. Considerada como la mejor abogada del país, no me faltaban clientes, gente rica, que creía estar en el derecho de hacer lo que viniera en gana, por el solo hecho de tener mucho dinero. Juan era uno de ellos, un niño pijo cansado de todo, con ganas de probar cosas nuevas. Matar y violar no lo eran, ya le había salvado de entrar en la cárcel por estos motivos, en más de una ocasión, lo de comer el corazón, fue toda una novedad.
Cerré los ojos para relajarme, entonces, me pareció oír como si se abriera la puerta de mi habitación, los abrí para ver qué pasaba. Al abrirlos, lo vi, a Juan, mirándome con una gran sonrisa en su rostro, y un enorme cuchillo de carnicero en su mano derecha, el miedo me paralizó, era incapaz no sólo de moverme, si no de gritar.
-No es nada personal- me dice.

viernes, 11 de septiembre de 2015

HISTORIAS



-Le propine tal paliza, que ese cabrón deseará no haber pisado este nuestro barrio.
Así de orgulloso hablaba ante su público John, en el viejo bar de su barrio, donde se reunía todos los miércoles, junto a su grupo de amigos de la infancia.
Estos le escuchaban anonadados, como si de un Mesías salvador de su patria, de su tierra se tratara.
Un falso Mesías, un cobarde, que agrandaba su ego contando “sus batallitas”, de cómo propinaba salvajes palizas a viejos mendigos. Muchos de ellos enfermos, a los cuales no quedaban fuerzas ni para defenderse, ni para huir, no podían más que abandonarse a su suerte, esperando un poco de compasión de John, una compasión de la cual carecía.
John se agrandaba ante sus amigos que le jaleaban como su héroe.
Las jarras de cerveza iban y venían, se retiraban las vacías, traían de llenas. Cuanto más alcohol consumían, más alterados se encontraban. Las historia subían de tono, se volvían más violentas, ya ni John podía distinguir la realidad de la ficción, bien podían todas ser historias inventadas, quizás sus amigos, tan solo se aprovechaban de él, le escuchaban y jaleaban a sabiendas que este les invitaría a beber.
-Bueno chicos, creo que ya he bebido demasiado, voy a irme a mi casa, nos volvemos a ver el miércoles que viene, adiós amigos-John se despide, su estado es más que lamentable, no solo esta borracho, hace ya tiempo que se abandono, su aspecto desaliñado es muy parecido al de cualquier mendigo, de esos que el presume haber lastimado, vestido con ropa raída, larga barba y olor nauseabundo, que detona que hace tiempo no se lava.
Mientras sale del bar con gran dificultad para mantenerse en pie, sus “amigos” lo observan y ríen a carcajadas burlándose de él.
John camina por los viejos callejones poco iluminados de su barrio, un gran barrio en sus mejores tiempos, ahora el peor de la ciudad.
Se siente mal, mareado, cada vez tolera menos el alcohol, aun así no puede dejar de beber, es un borracho y lo sabe. Se sienta en el suelo, cree que así se encontrara mejor. Ya en el sucio suelo, un grupo de chicos jóvenes con la esvástica tatuada en la frente, se fijan en el.
-¡Viejo borracho! ¡Desecho de la sociedad! Se puede saber que haces en nuestro barrio, la gente como tú no merece vivir-le grita el que parece ser el cabecilla.
John no le oye, está tan bebido, que se ha quedado dormido.
-¡Esta dormido! ¡El viejo está dormido!-Exclama otro de los chicos.
-Dani, creo que deberíamos hacer una buena acción, hoy hace mucho frío, ve a buscar el bote de gasolina, le prenderemos fuego para que se caliente.
La suerte de John está echada, su final, como el final de cualquiera de sus historias.