Las
horas iban pasando, yo sentado en el sofá, seguía esperando que vinieran a buscarme.
Llegue a pensar, que quizás, se habían olvidado de mí, no era normal que
llegaran tan tarde. El día anterior, me habían dejado bien claro, que antes de
las 13:00 horas, vendrían a por mí. Ya eran las 17:54, comenzaba a despacientarme,
pensé en salir de allí, pero sabía que no debía hacerlo.
Finalmente,
un par de horas más tarde, se acabo mi
paciencia.
─No
voy a esperar más, voy a salir de aquí─ dije en voz alta, como si quisiera que
alguien me oyese, a pesar de estar completamente solo, me levante del sofá, dirigiéndome
hacia la puerta de salida, la abrí, entonces lo vi todo claro, ya nadie vendría.
.Fuera,
el paisaje era desolador, estaba todo destruido. Yo como presidente del país,
había sido recluido en un búnker, como medida de protección, por un posible
ataque nuclear, con la promesa, de que cuando pasara el peligro, vendrían a por
mí.
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