Mire
el reloj de pared eran ya las 12:52, solo faltaban 8 minutos para cumplir con
mi cometido, la razón de ser por la que yo estaba allí. Me distraje un poco en
mis pensamientos, quería olvidar aunque fuera por un momento el maldito botón,
los buenos recuerdos me alegraron por
unos instantes, me imagine con mi mujer y mi hija antes del accidente, cuando
todo era felicidad en mi vida, ahora ya nada era igual, la muerte de mis seres
queridos lo había cambiado todo. Volví a la realidad, el reloj marcaba las
12:59 faltaban ya pocos segundos, cerré los ojos y pedí perdón a Dios, los abrí
y ya era la hora, presione el botón y el
pobre desgraciado condenado a muerte exploto, dejando restos de su cuerpo
desperdigados por toda la habitación, yo que me encontraba por precaución en
una sala a bastante distancia, pude ver la macabra escena por medio de un
pequeño monitor, quede extremadamente horrorizado, por esta nueva forma de ejecución mediante explosivos atados al
cuerpo del condenado, mi jefe la llamaba:”inmolación forzosa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario