EL SENEGALÉS
Cada día lo observaba
no podía dejar de mirarle, ese chico senegalés era una obsesión enfermiza para
mí.
Hacía
más de un año que me encontraba sin trabajo y día tras día podía ver por mi
televisor como seguían llegando pateras a nuestras costas, esos estúpidos
inmigrantes eran los culpables de mi situación, hasta que no llegaron ellos
este era un gran país, todo el mundo trabajaba, todos los españoles éramos felices,
pero con su llegada todo cambio, nos quitaron los trabajos y arruinaron el país.
Mi
situación era muy crítica no tenía ni para comer. Solo mi orgullo había evitado
que acabara en un comedor social, mientras tanto ese senegalés cada día salía
de su casa a las 12:00 en punto para ir a trabajar, mi rabia era muy fuerte lo
odiaba con toda mi alma, ese trabajo me pertenecía me lo había robado.
El
hambre me asediaba llevaba más de tres días sin prácticamente comer nada y creí
que era el momento de rebajarme e ir a pedir ayuda, salí de mi casa rumbo al
comedor social de mi barrio. Cuando me encontré frente a él una sensación de
vergüenza se apodero de mi, nunca imagine llegar a esta situación tan
desesperada aun así decidí entrar, no quedaba de otra, me senté en una de las mesas
que estaban repletas de gente con la cabeza gacha, muy avergonzado espere
pacientemente que me dieran de comer.
-Amigo
míreme no sienta vergüenza, yo también estuve en su situación y conseguí salir adelante,
si lo desea le ayudare como a mí me ayudaron-una voz de chico joven que hablaba
con acento extranjero me hablo con gran cariño, sus palabras me conmovieron y
decidí levantar la cabeza para poder verle, para mi sorpresa era ni más ni
menos que el chico senegalés que tanto yo había odiado, la tierna imagen imagen
del chico senegalés dándome ánimos con una gran sonrisa, me emociono y no pude
más que levantarme para abrazarle, rompiendo a llorar como un niño.
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