Se abrió la puerta del ascensor y salimos yo y
mis padres, habíamos llegado a la planta del hospital donde seria ingresado para
ser operado ese mismo día.
Yo nací
ciego, cuando algo no se ha tenido nunca, no se echa en falta y ese era mi caso.
Mis padres creyeron que lo mejor para mí era poder ver, aunque en el fondo eran
ellos que deseaban con toda su alma que yo viera, su sueño era tener un hijo
normal.
Fui operado con éxito, si todo seguía su curso
normal, en un par de días me quitarían la venda, y la oscuridad a la que yo había
estado sumido, sería tan solo un recuerdo del pasado.
Para nada me
encontraba yo tan ilusionado como mis padres, todo lo contrario, no tenia gana
alguna de ver, tan solo quería seguir como hasta ahora, así yo era feliz.
Pasaron los dos
días ,el doctor comenzó a quitarme la venda ante la atenta mirada de mis padres,
yo estaba inquieto y nervioso, no podría describir mis sensaciones, deseaba que
todo aquello acabara, me mantuve con los ojos cerrados hasta que el doctor me
pidió que los abriera, al abrirlos una gran alegría se adueño de mi cuerpo y no
pude más que reír a carcajadas, seguía
sin poder ver, mis padres por lo contrario, rompieron a llorar
desconsoladamente, su sueño de tener un hijo normal se había desvanecido.
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